Yo era un extraño

Esperanza J. Acevedo CSC

Sor Esperanza es una hermana de la Santa Cruz que trabaja para inmigrantes en Monterrey, México. Recientemente participó en el Taller VIVAT México del 13 al 15 de junio de 2023, donde tuvo la oportunidad de contar historias a los participantes de cómo su congregación se compromete con los migrantes. En este artículo, ella comparte generosamente algunas de las recientes y conmovedoras historias de los esfuerzos que su Congregación ha estado realizando a través de su ministerio para abordar los intrincados desafíos que enfrentan los migrantes que llegan a México desde todos los países en una “tierra extraña”.

María (nombre real omitido para proteger la identidad) es una mujer hondureña de mediana edad que viaja a México acompañada de sus dos hijos con la esperanza de llegar a Estados Unidos. Su motivación para ir a Estados Unidos es darles a sus hijos un futuro mejor para que no sufran como ella. Dice que desde su infancia su padre constantemente abusó sexualmente de ella y su madre no hizo nada para protegerla. Cuando tenía 14 años, un hombre de 40 años intentó secuestrarla porque la quería como esposa. Sus padres obstaculizaron ese mal intencionado propósito porque no querían que ella se casara.

El hombre la secuestró por segunda vez y ella no se resistió porque quería huir de casa y del abuso de su padre. María no podía entender cómo un padre podía sentir atracción sexual hacia su hija y lastimarla de esa manera. Para ella, y con razón, se supone que los padres deben cuidar y proteger a sus hijos, y si un niño no puede confiar en sus padres, ¿en quién más confiaría? Dijo que odiaba a su padre y deseaba su muerte. María dijo que sufrió mucho más por parte del hombre que la tomó por esposa porque la golpeaba y violaba a su antojo. Ella estaba esclavizada porque él no la dejaba ir a ningún lado excepto con él.

Cuando quedó embarazada y tuvo a su bebé, se dio cuenta de que no podía seguir viviendo así. Ella decidió huir. Años más tarde, se enamoró de otra persona que se volvió tan abusiva como la anterior. Cuando descubrió que estaba embarazada, la abandonó, pero esta vez le robó todos sus ahorros.

Desde ese incidente, María ha trabajado en todos los trabajos que pudo para sobrevivir. Se ha movido de un lugar a otro escondiéndose porque el padre de su segundo hijo ha salido a buscarla para volver a aprovecharse de ella. Se la ve visiblemente asustada e insegura porque ese hombre trabaja con los cárteles de droga y la justicia para ella es inverosímil. Por eso decidió salir de Honduras para protegerse a sí misma y a sus hijos, traumatizados. Ella reconoce que todavía es una mujer destrozada, con mucho odio en su corazón por tanto dolor e injusticias en su vida. Pero también sabe que ama a sus hijos y cree que Dios no la abandonará, sino que le dará la fuerza para seguir adelante y ser una persona de buen corazón.

Alberto (seudónimo), otro migrante, es un hombre de 32 años de El Salvador. Compartió con nosotros su historia sobre por qué decidió abandonar su país hace tres meses. Alberto narró que en El Salvador vivía solo y tenía un pequeño negocio. Sus padres y hermanos vivían cerca de donde él vivía. Le encantaba participar en las actividades de su parroquia. Pero un día, mientras estaba en casa, alguien irrumpió en la casa para robar. Cuando el ladrón se dio cuenta de que Alberto estaba allí, lo golpeó con una piedra y le hizo una herida profunda en el cuello y en diferentes puntos, dejándolo gravemente herido y tendido en un charco de sangre.

Cuando despertó milagrosamente, se encontró en un hospital, después de haber estado en coma durante varios días. Por suerte, no sufrió pérdida de memoria y podía recordarlo todo. Podía recordar que la persona que irrumpió en su casa para robar era su mejor amigo. Cuando salió del hospital, se sorprendió de que quienes lograron vislumbrarlo creyeran que era un fantasma, incluidos sus familiares. Una de sus hermanas había organizado anteriormente su funeral y oraciones en la iglesia, con la participación de sus familiares.

Cuando Alberto le preguntó a su hermana el motivo de hacer eso, ella le dijo que era para protegerlo de ser atacado nuevamente por su mejor amigo. Alberto estaba muy confundido y asustado también. Entonces decidió escapar de El Salvador y dirigirse hacia Estados Unidos para buscar ayuda médica. Al mirarlo, se podía ver que su cabeza estaba gravemente herida y necesitaba atención médica urgente. Sueña con escribir algún día su historia y publicarla en un libro. Está eternamente agradecido con Dios por sostener su vida y por no abandonarlo. Más aún, por bendecirlo con nuevos amigos que hizo durante su viaje.

Estas dos historias ilustran el típico estado mental y material que encontramos en los migrantes en nuestra misión en Monterrey. Nuestro primer enfoque es darles la bienvenida con una cara alegre y tranquilizadoras, sabiendo que la mayoría de ellos están destrozados y carecen incluso de la confianza básica de sus semejantes. Pero con poco tiempo y un acompañamiento pastoral personalizado, podemos ganarnos su confianza y ayudarlos caso por caso. Parte del apoyo que les ofrecemos es ayudarlos a completar sus trámites para obtener visas de refugio o asilo en México. Hacemos esto discretamente para proteger su identidad, pero siempre de acuerdo con los requisitos legales de la ley del país.

Este informe está diseñado para demostrar y asegurar que se hacen todos los esfuerzos dentro de nuestra capacidad para acompañar a estos hermanos y hermanas en peregrinación a una tierra extraña. Reconocemos en todos ellos el rostro de Jesús y los recibimos con los brazos abiertos. Sin embargo, por el bien de quienes nos permiten contar su historia nos atribuimos el deber de conservar la discreción necesaria por la seguridad y la protección.

Esperanza J. Acevedo CSC

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